escrito y dispuesto a ser leido (melina tolchinsky)

Hola pachamama, aqui Melina, una amiga del lugar, escribiendoles lo que las ultimas noticias me hicieron sentir. Que nos sirva como una forma de abrazarnos. Besos!





Escribo este documento que constata la existencia de lugares maravillosos, luego de haber leído otro documento que constata la existencia de personas maravillosas que hacen a esos lugares. Porque es así, viejo. Si hablamos de lugares, hablamos de personas. No es que le quiera quitar la magia y la mística al espacio en sí, a ese rincón del mundo en donde unas cuantas puertas y paredes y un patio de susurros guardan millones de secretos que nos hacen reír a unos cuantos. Pero sí, en general, esos secretos están atravesados por personas, como ustedes, como yo, como el señor vecino que tanto gusta de quejarse, como Gardel y sus mujeres. Y si voy a ponerme a hablar de personas, inevitablemente voy a hablar de esa magia, de ese misticismo, porque voy a hablar de arte. Entonces, tenemos a las personas maravillosas que generan un lugar maravilloso haciendo arte. Eso es algo muy lindo ¿no?

Puede ser una imagen bastante contradictoria encontrarme sonriendo ante la clausura de un lugar muy querido. Puede ser bastante absurdo saber que hay otros en sus casas también pensando en esto y sonriendo. Es que da alegría, señores. Da alegría saber que somos cada vez más los que entendemos estas situaciones de otra manera. Da alegría saber que somos cada vez más los que encontramos al obstáculo como un desafío, al conflicto como una posibilidad. Y da alegría, sobre todo, porque somos cada vez más, y estamos juntos. Y por eso escribo en realidad.

Podría mandar un lindo mensaje al Pachamama diciendo que soy una amante de la casa, que he ido incontable veces, que me reí y llore ahí, que crecí y hasta me enamoré en ese mismo lugar y que por eso les mando fuerzas. Pero quiero escribir lo que es, lo que representa un lugar así para una persona como yo, que fui mucho y que, sin embargo, siempre me mantuve al margen. Cuando digo esto, quiero decir, en un costadito, mirando en silencio, mejor dicho, observando. Observando a todos y cada uno, a cada letra leída, cada verso cantado, cada color abierto al papel. Y ¿saben qué? nunca me atreví a llevar nada mío. ¿Egoísta? Yo le llamo Miedo. En fin, cada loco con su tema, lo importante de esto es que, por más que nunca me animé, siempre me hizo feliz saber que este lugar existe, saber que está ahí, activo, dinámico, vivo. Siempre esta ahí para todos aquellos que algún día sintamos las ganas de compartirnos con otro, de llevar lo que es de cada uno, para hacerlo nuestro, de mostrarnos para conocernos. Porque si hay algo que permite el Pacha es eso, conocernos. Conocer al que está al lado mío en el sillón, conocer al flaco que me sonríe desde la barra, conocer al ser que está sentado en el medio de una sala con un piano, leyendo en una silla, un texto que habla de un día que tuvo en su vida. Un día de su vida, escrito y dispuesto a ser contado. Escrito y dispuesto a ser leído. Dispuesto a ser descubierto, a sacarse todas las máscaras y aparecer así, tal cual es, un momento en su vida.

Eso es el Pacha. Un hermoso momento en la vida de cada uno de nosotros. Un momento de búsquedas y sobre todo, de encuentros. Y eso no es algo fácil de encontrar. Por eso lo aplaudo.

Gracias, seres maravillosos que crean lugares maravillosos. Gracias por compartirnos.

Brindo por una clausura que abre puertas. Brindo por que esas puertas las abrimos entre todos. Brindo por la palmadita en la espalda, por el ánimo que nos damos. Brindo por todo lo que nos damos, y por todo lo que nos vamos a seguir dando (que, como siempre, es un montón)

Salud, amigos.

(Y ahora, a ajustarse los cinturones, porque el viaje recién empieza.)
Melina Tolchinsky

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