no hay ciudad sin poesia (alejandro ricagno)

Algo más sobre el Centro Cultural Pachama y dos invitaciones.

Por Alejandro Ricagno

Y no. No hay. El Pacha -como lo llamamos los que somos habitúes y partícipes- ha sido clausurado, como habrán leído en el post anterior. El Pacha es el Centro Cultural Pachamama, un centro cultural comunitario que no depende de ningún organismo oficial ni oficioso. Sólo de las ganas y las ganas y el LABURO de un grupo de gente generosa y hermosa. De alma generosa y hermosa. Gente que está viva y que tiene una costumbre extraña: sumar y abrir puertas. Pero no sumar de números, no de recaudaciones, no de éxitos mercenarios, sino propuestas: las de brindar un lugar de Encuentro, así con mayúscula, en una ciudad donde estos escasean cada día más.El CCP es una casa en un barrio, un espacio, pero no cualquier espacio. Y un espacio donde han pasado muchas (buenas) cosas .Y no cualquier cosa. Plásticos, músicos, poetas, performers, ensayistas, narradores, actores se han encontrado entre ellos y sobre todo entre otros. Que no eran ni plásticos ni músicos ni poetas ni ensayistas ni narradores, sino gente con ganas de compartir algo, de conocerse. De reconocerse. De disfrutar de una lectura y de charlar. De escuchar una canción y de seguir charlando. De pensar, de reír, de mirar (o hacer) un cuadro, de leer en silencio en la biblioteca, y hasta de enamorarse. De hacer circular eso que a veces no se sabe cómo, no se sabe por dónde, no se sabe con quién. Gente con ganas de saber quién es el otro, la otra, que tiene enfrente, al costado, en el patio, en los cómodos sillones de ese inmenso living. Y ver qué podían hacer juntos. Un sitio de verdadero encuentro cara a cara y mano a mano. Y donde además se dictaron y se seguían dictando talleres -hasta la clausura municipal el pasado sábado- que iban de la plástica a la perfomance, de poesía a filosofía para niños. ¡Hasta había uno de introducción a la física quántica! Un lugar donde se cocinaba, también. Pero no se cocinaban “transas culturales”, sino que se hacían exquisitas comidas caseras, que alimentaron gratuitamente a los poetas y asistentes durante muchas veladas.

Pero también El Pacha creaba fuentes de trabajo para los profesores que dictaban sus cursos, cursos dictados con toda amena seriedad y responsabilidad y no “curros”. Difundía el trabajo de los autores de ediciones de autor independientes, de plásticos, los libros objetos que estaban y estan a disposición en su biblioteca.

Y un montón de cosas más.

Recomiendo leer en el post de más abajo la carta abierta que publico Simón, una de las almas hermosas y pilares de ese lugar, junto a Pat Morita, a Lean, a tantos que son, han sido y serán el sostén y el espíritu siempre abierto y hospitalario de EL PACHA. Esa carta, con ese tono amable y no autoritario ni quejoso, pero a la vez con la autoridad que da el saber que se transitado un recorrido coherente -y se lo seguirá recorriendo- es de algún modo una síntesis de lo que ese lugar Es. Y lo digo en presente. De lo que no nunca dejará de Ser El Pacha, hasta el día que esta clausura, esperamos, sea sólo un breve impasse burocrático (ah; tan lejos de El Pacha, esa palabra...), una anécdota más en la historia del lugar. Pero esperar no quiere decir quedarse quietos. Desde aquí y hasta resolver la situación “clausura” proponenos hacer un Pacha más o menos itinerante. Y para empezar en Patologías Culturales el próximo sábado a las 17:00 en FM La Tribu (88.7), junto a Maximiliano Diomedi, trataremos de armar un mini Pacha, con algunos de sus integrantes y habitantes: Simón, Raymond, tal vez Andújar, las músicas de Tomi Lebrero y su puchero misterioso, de Pat Morita, de Valeria Cini. Algunos nomás, porque el espacio es chiquito y no cabemos, pero de algún modo nos ingeniaremos para llevar ese espíritu integral del Pacha a la radio.

No conozco toda la historia del Pacha, que es extensa, por lo que puede leerse en el blog (http://www.blogger.com/www.ccpachama.blospot.com).Y una buena oportunidad, tal vez menos perfomática, pero igualmente musical, la tendremos el domingo en La otra.- radio, también en La Tribu junto a Oscar Cuervo y los “Pacha fundadores”.

O sea, habrá Pacha por dos. Con distintas voces y tonos. Con historias, con gentes que vale la pena conocer.


Yo llegué al Pacha por octubre del año pasado, invitado por un amigo, Ludwig (del blog http://www.superficialidad.blogspot.com/) que me invitó un jueves a interpretar un texto suyo. Eran épocas jodidas en lo personal. Y ese lugar se convirtió en un bálsamo. Y en una fuente de energía. Empecé a frecuentar los días jueves de lectura de poesía. (Había más actividades otros días de la semana). Pero mi día de visita fueron los jueves. Hasta transformarse en mi día de residencia.

La primera vez, ya bastante habituado esas lecturas maratónicas donde al primer poeta se lo escucha y al segundo no, comprobé, para mi sorpresa, que eso que pareció instalarse en muchos lugares prestigiosos o no prestigiosos de lectura poética en la década del 90, en el PACHA no ocurría. Fueras viejo, vieja, nuevo, nueva, prestigioso, no prestigioso, gordo, gorda, flaco o flaca, delirante o preciso, perfomático o neutro a Todos se los escuchaba por igual. Con atención, con curiosidad. Después uno podía decirle (o escuchar que le decían a uno): lo tuyo me gustó; lo tuyo no”. O: qué bien o qué mal leíste. Y sin agresiones, pero también sin caretismos. Había un respeto real, ciertamente infrecuente. Una escucha atenta, interesada por ver qué era lo que tenía para decir, para dar, e incluso para confrontar, quien estaba delante del micrófono. Volví algunas veces más durante el 2008. Escuché los cuentos y poemas de Alejandro Raymond, las increíbles “perfomances infanto juveniles con actitud punk” sobre textos del escritor Luis María Pescetti, a cargo de la pequeña gran Luli. Y conocí los textos y las voces de tantos otros. También recité otros jueves. Textos propios y de algunos escritores cuyos libros están en la biblioteca del Pacha.


Incluso fui un día domingo donde recitaba Daniela Andújar con el grupo Ser O no Res. Otra vez fui a escuchar un jueves de lecturas de ensayos. “Qué raro, escuchar leer ensayos”, me dije. “¿Funcionará?”, me pregunté. Y funcionaba: ensayos que iban del pop a la política. Serios, amenos, polémicos. Y a la hora del vino o del mate uno podía discutirlos, debatirlos. Seguir el texto en el texto de la charla, acompañado por las canciones de Pat Morita, entre exposiciones siempre renovadas. Otro día organizamos, con la poeta y performer chilena Eli Neira, el micrófono abierto de los jueves. Otra vez escuche cantar a la exquisita Valeria Cini musicalizando poetas brasileños y argentinos. Otra vez me encontré con el escritor Juan Diego Incardona, mentor de la revista El interpretador (http://www.elinterpertador.net/) y se armó el rincón trasnoche Incardona-Ricagno. Justamente la última vez que fui al Pacha fue el domingo 25 de mayo, en la presentación y lectura del último numero de la revista donde leí junto a Incardona, Fabián Casas, Rodolfo Edwards, Pedro Mairal, Paula Peyseré y la gran Juana Bignozzi. Y ahora el Pacha está clausurado. No es que “¿no hay ciudad sin poesía?”. No, no la hay sin el Pacha. Quedaron proyectos, por el momento, sólo suspendidos. Y otros adoptarán la modalidad itinerante, hasta que El PACHA vuelva abrir sus puertas como siempre lo hizo, sin joder a nadie. Al contrario; haciendo de la vida en esta ciudad un sitio muchísimo menos jodido. Más cálido y humano. Con elegancia arrabalera.

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